Conozca tres destinos turísticos de Santander llenos de misterios, leyendas y bellos paisajes

Nuestro departamento está lleno de aventura, de colores y cultura. Esta tierra esconde innumerables historias y misterios en sitios mágicos que pocos conocen pero aguardan por ser visitados.

Este suelo, cuna de las ‘hormigas culonas’ y de valientes que no dan ni un paso atrás, es conocido como un territorio lleno de aventura y de hermosos paisajes. Aquí hay lugares mágicos y llenos de historia, muchas veces invisibles, a pesar de estar ahí, expuestos, ‘esperando’ para ser recorridos, aunque en ocasiones, turistas y ciudadanos, sin percatarse, cruzan por su lado.

La Loma de los Muertos

En el municipio de Lebrija, aproximadamente a 4 kilómetros del Aeropuerto de Palonegro se encuentra este sitio, perdido entre la indiferencia y el olvido, como si la connotación histórica que posee no fuera suficiente para voltearlo a ver.

Este cerro recibe su nombre porque es el sitio donde, se dice, culminó la Batalla de Palonegro, un suceso que se registró entre el 11 y el 25 de mayo de 1900 en el marco de La Guerra de los Mil Días, un enfrentamiento entre liberales y conservadores por el poder del país.

Una cruz negra de aproximadamente seis metros de altura, demarca su nombre y lo que allí ocurrió. Fue puesta ahí para sustituir al montón de huesos y cráneos que hasta el año de 1950 se encontraba en la cima. Restos óseos de aquellos soldados liberales que murieron en la batalla a manos del ejército conservador.

Esta cruz de aproximadamente 6 metros sustituyó al montículo de huesos y cráneos que estuvo en el lugar hasta el año 1950

Al llegar al lugar, la brisa es lo primero que lo recibirá. Si camina unos pasos más para acercarse a la imponente cruz, encontrará en su base una pintura que hace alusión a los soldados antes de ir a combate. En sus rostros puede interpretarse un sentimiento de angustia, quizá por el destino que les esperaba. En la otra cara de la base, se encuentra la pintura del montículo de huesos y calaveras que increíblemente estuvieron ahí por casi 50 años sin recibir ‘cristiana sepultura’.

Así se vio ‘La loma de los muertos’ por casi 50 años. Muchos de esos restos óseos fueron llevados al Cementerio Central. Foto: Amalia Ramírez de Ordóñez.


Desde el sitio se puede tener una vista de Bucaramanga, es por eso quizá que algunas personas deciden hacer picnic en esta loma. En el lugar se respira una tranquilidad que supera lo normal, el ambiente se torna tenso al saber que ese suelo es testigo de uno de los tantos hechos de violencia que vivió nuestro país.

De forma fiel y literal, el suelo atestigua los sucesos que allí se vivieron, es por eso que lugareños del sitio encuentran todavía casquillos de las enormes balas que arrebataron más de una vida y restos de tela que sirvieron como uniforme del anárquico ejército liberal.

El camino puede ser largo y confuso, por eso hay que prestar mucha atención a las indicaciones para llegar a este destino. Lo primero que debe hacer es dirigirse al peaje de Lebrija, tomar la paralela que encuentra y que conduce al aeropuerto.

Luego de recorrer un poco más de 1 kilómetro encontrará un restaurante llamado ‘La cuchara de palo’. Continúa andando unos cuantos metros hacia adelante y encontrará un desvío destapado en sentido norte-sur o del aeropuerto a Girón. Entra por esa carretera de tierra y polvo y sigue subiendo hasta llegar a la cima. Ahí está la ‘Loma de Los muertos’.

Las personas que viven cerca aseguran que hay algo de magia en él. Según relatos e historias del sector, a veces se puede sentir la presencia de aquellos hombres que perdieron su vida en batalla, otros afirman escuchar voces, sentir pasos y gritos; otros dicen ver lo que parece ser pequeñas esferas blancas que alumbran en la oscuridad.

Un lugar para despejar la mente, respirar aire puro, ver los cultivos que se encuentran alrededor, recordar, conocer, pero sobre todo sentir la historia de un hecho que marcó a nuestra región.

La Loma de los Muertos es un lugar recóndito y misterioso, que merecer ser rescatado y dado a conocer, en donde el único ruido que podrá escuchar es la fuerte brisa y el tronar de aquellos aviones que se disponen a despegar o aterrizar.

‘El bosque de las brujas’

Son muchos los que han escuchado la historia del ‘pueblo fantasma’ que tiene nuestro departamento. Su nombre es Jordán, ubicado en el imponente Cañón del Chicamocha, a 80 kilómetros de Bucaramanga. Un pueblo estancado en el pasado, que tiene como entrada el mítico puente Lengerke, el primer peaje del país, conectando la vía Bucaramanga-Bogotá, siendo para su época, un paso obligado por distintos habitantes.

Se dice que nuestro libertador pisó ese dichoso suelo en numerosas ocasiones, pues era un sitio privilegiado, no solo por su ecosistema, sino porque servía como enlace con otros lugares.

Al llegar a este pueblo, los únicos personajes que lo recibirán son el silencio y la soledad. Jordán, con una superficie total de 33 kilómetros, se convierte en el municipio con el casco urbano menos poblado del país, pues a pesar de tener 1.089 habitantes, solo 54 habitan el casco urbano.

Después de un largo trayecto -ya que no hay ningún bus o flota que cubra esta ruta-, y debido a la difícil tarea de pasar una noche en este sitio que no cuenta con un hotel ni con un restaurante, el plan perfecto puede ser acampar en un lugar igual de recóndito que se encuentra a aproximadamente tres horas del llamado ‘pueblo fantasma’.

El camino es largo y agotador, pero la experiencia que vivirá valdrá la pena. Caminos reales, hermosos paisajes, mucha vegetación y algunas ruinas de pequeñas casas es lo que puede encontrar subiendo esta montaña que conecta a Jordán con Villanueva.

Por esta ladera se encuentra, la que dicen, es la zona con mayor sombra de esta parte del cañón. La llaman el ‘Bosque de las brujas’ que con gigantes árboles y frondosa vegetación, apenas permite que se asomen unos pequeños rayos de sol.

Recibe este nombre por las innumerables historias y leyendas que cuentan habitantes del pueblo y de veredas cercanas. Según relatan, sin importar la hora, pueden avistarse figuras humanas con características zoomorfas, mujeres de largos cabellos que se lamentan y luces irregulares.

Algunos pobladores aseguran que lo que ahí sucede y la energía que se siente, se debe a que este sitio fue un cementerio en donde reposan los restos de la antigua cultura Guane que habitó por nuestra región.

Un sitio un tanto tenebroso, pero atractivo para aquellos valientes que se atreven a probar algo diferente, pues si camina unos cuantos metros después de adentrarse en este lugar, justo en la mitad, encontrará la única superficie plana perfecta para acampar, acompañando esta experiencia con la típica fogata en medio de amigos e historias por contar.

Quienes se han atrevido a hacerlo, aseguran que la sensación es ‘sobrenatural’. Múltiples voces y ruidos se escuchan en la madrugada, además de sentir una energía un tanto fuerte. Por otro lado, hay otros que dicen no sentir nada aparte de los típicos ruidos de la nocturna vida de un bosque, pero que de igual forma, no se atreverían a hacerlo solos. Acompañado es mejor.

Esta zona se caracteriza por su cálido clima. Sin embargo, debido a la frondosa zona verde de este bosque, el ambiente es muy fresco.

Si usted desea ir, debe prepararse adecuadamente para emprender esta aventura, el trayecto es largo y extenuante. No olvide una buena cantidad de agua, bloqueador solar, alimentos que le proporcionen energía, un kit de emergencia por si se presenta cualquier eventualidad y toda la disposición para vivir una experiencia ‘mágica’ en todo el sentido de la palabra.

El Salto del Duende

Probablemente el sitio más conocido de la lista, debido a que se encuentra en La Mesa de los Santos, uno de los lugares más hermosos y concurridos a las afueras de Bucaramanga.

Para llegar, debe ubicarse en el peaje de Los Santos, avanza alrededor de 10 kilómetros y llega. La travesía es un poco confusa, por eso lo mejor es ir preguntando a los habitantes del sector para que lo guíen.

Este impresionante acantilado en el que en época de lluvia caen dos grandes cascadas, es un lugar predilecto por turistas y ciudadanos que deciden ir a apreciar la vista y observar el hermoso paisaje lleno de fauna y flora que tiene a su alrededor.

Según las historias y leyendas este lugar es habitado por un duende que induce a las personas a “lanzarse”. Así como lo hizo, según la leyenda, con aquellos indígenas Guanes a quienes les prometióoro y riquezas si sobrevivían a la caída.

Como esa son múltiples las historias que cuentan los oriundos de esta zona, relatos que hacen parte de su cultura e idiosincrasia como elemento íntimo que pasa de generación en generación. Son unos de los tantos tesoros que ofrece este paraje y que son narrados por los lugareños a los visitantes.

Este maravilloso acantilado puede ser visto desde diferentes caras. Una en donde puede observar el mirador que contempla las cascadas, o con mucho cuidado y de una manera que es desconocida por muchos, sentir al lado la caída del agua y observar las montañas.

Pobladores dicen, que si se observa desde el ángulo correcto, en las montañas se puede apreciar la figura de lo que parecer ser el rostro del duende.

El plan puede ser visitarlo y apreciarlo, no obstante, hay quienes optan por pasar una noche ahí y acampar. El hermoso cielo estrellado que ofrece cada noche este lugar, es otra de sus grandes riquezas.

Los astros pueden ser contemplados de una manera singular que no se logra en la gran ciudad. Entre los que han decidido hacerlo, están aquellos que dicen que hay lamentos y gritos con ecos que se escuchan y que a más de uno estremece, también que los pasos y sollozos son percepciones infalibles. Por otro lado, están aquellos que han gozado de una magnifica experiencia y no han sentido nada paranormal o extraño.

De tal modo, la invitación que extiende nuestro departamento es a seguir explorándolo, pues en cada lugar hay un tesoro que aguarda a ser descubierto. Destinos llenos de magia que le pueden proporcionar todo tipo de aventura y de emociones, mitos e historias que uno mismo decide si creer o no, pero que no están de más sentir y conocer.

Publicado por Danilo Prada Alvarez Vanguardia.com