Foto tomada de: qhubobucaramanga.com / Foto suministrada por: CLAUDIA LEÓN
La finca está ubicada en Lebrija. Se estima que por este sitio se puede encontrar más de 300 especies de aves que son admiradas por los amantes de estos animales.
Vivir en medio del trinar de las aves, del sonido de sus aleteos y tener a primera vista un increíble paisaje, ha de ser un verdadero privilegio; ha de ser como tener el paraíso en casa. Así pasa sus días Claudia León, santandereana que reside en la vereda Cerro de la Aurora, en Lebrija, cuyas rutinas transcurren entre centenares de pájaros que a diario llegan a su residencia y que prácticamente son como su familia
Pero ¿cómo puede esta mujer vivir en medio de tantas aves?
Su historia es particular. Contó que inició hace 7 años cuando, junto a su esposo, adquirieron un predio porque tenía una reserva natural. “Después de un tiempo tuve que cuidar a mi papá. Cuando él fallece en el 2018, me quedo sin piso en la vida porque soy hija única y emocionalmente me encontraba muy mal. En esos días en los que buscaba alivio, consuelo y calma, nació ese proyecto y fue una transformación de lo que es el duelo, la pérdida y la vida”, precisó León.
Foto tomada de: qhubobucaramanga.com
Una gran idea
En una visita de un amigo suyo, biólogo, a su nuevo hogar, pudo comprender la magnitud de la belleza que le rodeaba. No solo se trataba de un predio hermoso repleto de vegetación y animales, sino que le abrió la puerta a una actividad increíble y sorprendente.
“Un amigo biólogo se acercó y me dijo que tenía aquí un potencial con aves. Me contactó con una bióloga de la UIS, Claudia Infante, a quien le debo su visión. Vino, hizo un primer muestreo y vimos que en muy corto tiempo se podían ver aves comunes y otras muy atractivas para el turismo. Ahí empezamos a madurar la idea de convertir este territorio en un lugar que ofreciera avistamiento de aves y hace 3 años venimos trabajando en hacer los censos y los inventarios acompañados de los biólogos y de fotógrafos profesionales”, contó.
Así inició su proyecto llamado ‘Manantial de la Aurora’, un sitio ubicado a unos 40 minutos del casco urbano de Lebrija, en donde ahora funciona –además del hogar de Claudia- una posada turística en la que se puede practicar el avistamiento de aves.
“Hoy en día abrimos una posada cálida para recibir a nuestros visitantes, porque además la pandemia nos obligó a reinventarnos. Ya estamos formalizados y el potencial de aves es enorme. Hoy en día contamos con 260 especies diferentes, pero probablemente puedan llegar a ser 350. Esto nos tiene posicionados en el 5° lugar en Santander como una de las comunidades más importantes de pajareros”, añadió la mujer.
Foto tomada de: qhubobucaramanga.com
Progreso para la región
Y es que este proyecto no solo le dio una ‘nueva vida’ a Claudia, también ha aportado en el ámbito turístico del municipio y su importancia es cada vez mayor.
“El aviturismo ha servido como ‘punta del ancla’ para el desarrollo de la región, ya que otras personas se han vinculado en otro tipo de proyectos. Por ejemplo, hay también avistamiento de estrellas, otras piensan hacer mercado campesino, gente de la comunidad está pensando en adaptarse para ofrecer vivienda, hospedaje, venta de productos propios de la región como guanábana, piña, cacao… Estamos formando a adultos para que haya guías certificados del Sena y muchas más opciones para quienes visiten el lugar”, apuntó León.
Claudia y su esposo, así como quienes trabajan con ella, se dedicaron a darle vida al lugar. No solo se trata de mantener el sitio, sino de generar más especies para la llegada de los ‘plumíferos amigos’.
“Nos hemos dado a la tarea de sembrar árboles, frutos, flores y diversas plantas para que el ecosistema sea amable para ellos. Los resultados han sido mágicos porque ha atraído a muchas aves. Incluso hay varias que hemos visto crecer. Es algo precioso porque somos partícipes de ese proceso de evolución de estos seres y es algo increíble”, expuso.
El Cerro de la Aurora está rodeado por la Serranía de los Yariguíes, la Serranía de la paz, el Magdalena medio y está cerca de la represa de Topocoro. “Esto hace que la zona sea riquísima en aves. Es de las pocas reservas que tienen aeropuerto en su municipio y las vías para llegar aquí están en muy buen estado”, culminó Claudia.
Foto tomada de: qhubobucaramanga.com
El ‘pajarerito’ más ‘pilo’
Si hay un ser humano que sienta un profundo respeto y admiración por las aves, es Thomas Torres Rojas, un pequeño Lebrijense quien también reside en el Cerro de la Aurora. Es el consentido de los grupos de aficionados que llegan al sitio para observar a las aves y conoce muy bien las especies que por allí merodean.
“Lo que más me gusta de ellas es el sonido que hacen, sus colores, cómo mueven sus alas. Me parece algo muy bonito y vengo a verlas todos los fines de semanas. La vez pasada había unos biólogos y pajareamos desde las 5:00 de la mañana hasta las 6:00 de la tarde”, dice el pequeño, de 8 años de edad.
Sus papás se sienten muy orgullosos de ver cómo su pequeño es amante de los animales y conoce de todas las especies.
Tomado de qhubobucaramanga.com