La experiencia cultural del Eje Cafetero es uno de los planes imperdibles que tiene Colombia.
Si en el 2019 está pensando en conocer sitios maravillosos y disfrutar de los mejores paisajes naturales, no tiene que ir muy lejos. En Colombia puede enamorarse del ‘mar verde’ que tiene el Eje Cafetero y vivir una experiencia cafetera que nunca olvidará.
Aparte de los tradicionales planes como el Parque Consota, una cena en el Hotel Sazagua y la visita a la Finca del Café, lea esta guía para aprovechar cada minuto de su visita en tierras pereiranas:
San Carlos Lodge
La que antes era una finca se convirtió en un majestuoso hotel donde en cada rincón se usa la guadua. En el San Carlos Lodge cada huésped vivirá una experiencia soñada en medio del verde paisaje y el tranquilo ambiente de campo.
Como están en proceso de ser ecohotel, los baños están construidos en piedra sacada de río y madera reforestada. Los lavamanos, en mataratón, madera típica de la región.
El hotel cuenta con salones, con capacidad de hasta 200 personas, para desarrollar eventos empresariales y hasta bodas. Ubicado en el kilómetro 6 Vía Marsella, Pereira, el hotel tiene lujos y comodidades para hacer de su visita al Eje Cafetero una experiencia cinco estrellas.
Retro ciclas MTB
El sueño de Arvey y Elizabeth al abandonar sus estables y rentables trabajos se hizo realidad. Él, un exitoso contador público que amaba practicar deportes de aventura en el Río Magdalena, en 2018 renunció a su cargo como gerente y se dedicó a ser un ‘neocampesino’, como se define. Ella, su esposa, ingeniera electricista que duró 12 años trabajando en una empresa de transformadores, decidió dejar a un lado el exigente horario de oficina y aprovechar el tiempo y la vida en medio de cafetales.
Aunque muchos quisieron convencerlos de ‘no saltar al vacío’ y conservar sus buenos sueldos, los sueños fueron más fuertes y se dedicaron por completo a aprender del mundo del café y a llevar el mensaje por el mundo.
Al llegar a una finca cercana a la casa que está en construcción, en la Calle 4 #16-35, La Julita, Pereira, Risaralda, reciben a los curiosos con frutas de la región: banano bocadillo, lulo, guayaba manzana y guayaba agria, pepino dulce y melón de agua.
Esta pareja quiere enseñar el mundo cafetero desde su propio hogar generando una alta conciencia ambiental, preservando el suelo y el agua y haciendo todo lo posible para que el mundo funcione bien. Elizabeth sufre al decir que ‘siendo nuestro producto estrella, los colombianos no consumimos café’. Por eso decidió convertirse en barista, la persona especializada en la preparación del café, que recibe la materia prima y le saca todo el gusto posible para que el consumir final disfrute de los sabores. En medio de su exquisita explicación, cuenta que cada finca puede tener un café con características específicas, pero, eso sí, a 92°C es la temperatura ideal del agua al momento de preparar una buena taza. Remoja un filtro para limpiarlo y vierte el agua en círculos, humedeciendo por completo los 7 gramos de café molido, para compartirlo con quienes visiten la finca.
Arvey no se arrepiente de cambiar el traje por el poncho. Él hizo un colchón de dinero, de ahorros, para aguantar unos meses ‘en caso de que las cosas no funcionaran’ una vez renunció a su trabajo. Pero le funcionaron, porque creer lo hace posible, dice feliz. Es un convencido de que si se hace lo que gusta no hay forma de fallar y con la sonrisa que lo caracteriza, emprenda el camino entre cafetales con don Nelson Rueda, un campesino de la zona que toda su vida se ha dedicado al café.
Esta es la experiencia más inolvidable para el que recorre el ‘mar verde’ de Colombia: conocer la caficultura bajo sombrío; entender por qué se da el ‘estrés’ en el árbol y qué hace que desarrolle mejores azúcares y sabores para una deliciosa taza de café; comprender cómo se bonifica una venta y saber que todo el café que se produce en Colombia es arábigo.
Pasar al secado en la tolva; poner el grano a un lado y la piel al otro; hacer cuentas de cómo está el mercado si se paga entre 450 y 550 kilos; diferenciar el café de primera y de ‘guayaba’; esperar que el azúcar se desprenda después de la fermentación y cultivar la paciencia hasta que se logre el secado preciso para retirar el mucílago y encontrar el café pergamino. Quien hace este recorrido no vuelve a ver y tratar la naturaleza de la misma forma.Marsella
El pueblo colonial más colorido del Eje Cafetero es un destino imposible de evadir. Es un municipio que se identifica por el civismo y sus historias dan razón de que una sociedad unida siempre va a progresar: Julián Zapata, director del Jardín Botánico, es orgulloso contando que la Casa de la Cultura fue construida en 1911 como colegio femenino. Cuando en 1970 las instituciones fueron mixtas, las estudiantes se cambiaron por ahorrar costos y la casa quedó sola hasta 1974 que la Gobernación la convirtió en lo que es hoy en día, la bella Casa de la Cultura.
Una de las obras que más enaltecen a los habitantes de Marsella es que la Iglesia, el cementerio y el mismo centro cultural fueron realizadas con participación de la comunidad. Y la historia es así: los ciudadanos adquirieron fincas donde se almacena, hoy, el agua que surte el municipio. En 1979, para conseguir recursos, decidieron vender los llamados ‘Bono del agua’ a 1.000 pesos y consistían en documentos donde estaba la pila central, sin agua, como representación del libro de oro de amantes de la naturaleza. Con numeración, todos se inscribían. Quienes compraron el bono sembraron un árbol en la finca y el cura la bendijo.
Además, crearon las fiestas de los paisas y los cafeteros, por la época de alta cosecha: consistían en que cada comité construía su caseta, tratando de cautivar la mayor cantidad de amigos, para buscar la mejor orquesta. Luego se cambiaron esas fiestas por las de La Amistad, que aún se hacen en la segunda semana de noviembre, del árbol y el manantial, y cada uno nombraba su reina. Traían las orquestas, pero para bailar con la reina tocada pagar, plata que era de abonos para el pueblo. ¡Y así siguieron sumando ceros!
Marsella goza de tener el Premio al Medioambiente, otorgado por Bavaria en 1974, y el Premio Jorge Bejarano, en 1979, como municipio ejemplo a nivel nacional en recuperación del agua. En 1989, fue declarado como el municipio verde de Colombia.
También se ufana de hacer parte de los pueblos con encanto, una iniciativa para enriquecer los colores de las fachadas y resaltar la arquitectura paisa. En Marsella no hay edificios, las casas no tienen más de dos niveles. Desde que allí se grabó la novela sobre ‘Las hermanitas calle’, al pueblo no le faltan piropos.
Parque Ukumarí
Aunque se llame bioparque, al Ukumarí, en el Km 14 Vía Cerritos – Costado Sur – Pereira (Risaralda) – Colombia no le quita que sea institución zoológica, aunque busca el bienestar animal. Del viejo zoológico de Matecaña trasladaron animales y hay zonas como la ‘Sabana africana’, el recorrido más largo, y la parte nativa. El parque vive en construcción y todo el tiempo pretende mejorar para los visitantes. Para Paula Andrea Arango, directora del parque, “Es un destino muy familiar que gusta muchísimo a la gente que quiere caminar y conocer. Es un atractivo turístico emblemático. Es un proyecto de la alcaldía de Pereira con recursos de Fontur”.
El parque tiene 44.7 hectáreas en total, 20 dedicadas a la protección y conservación de la biodiversidad. Promueven un mensaje de responsabilidad en el que usted también hace parte de la conservación animal. ¿No quiere que mueren más animales? ¡Fácil! Que en su casa no haya artesanías de marfil de elefantes.
El nombre del parque surgió de la participación de la comunidad de Pereira y, en lenguaje quechua, significa oso de anteojos. El horario de ingreso es de lunes a viernes de 9:00 a.m. a 5:00 p.m. y los visitantes pueden quedarse hasta las 6:00 p.m.
Según Víctor Carmona, de prensa, ‘los animales están entrenados de manera positiva para ingresar a su casa de noche sin presiones de humanos. A ningún animal se le obliga a hacer algo. Con fruta se intentan convencer’. En el recorrido encontrarán especies como chimpancés, elefantes, jirafas -Perla y Otún-, cebras, avestruces, rinocerontes, hipopótamos, aves, nutrias, cerdos y muchas más.
Siete colinas
Tomás y Aydee, dueños de la empresa, están tratando de convertir el vivero en una finca de turismo. Siete Colinas es un productor de plantas y masetas que comercializa anturios y orquídeas a nivel nacional. Convencidos de que, primero, nadie puede ganar el salario mínimo porque no se vive dignamente, impactan Sanar Pereira, fundación que atiende proceso para el tratamiento de niños con cáncer, y a 300 niños de la zona vulnerable más cercana los apoyan en temas escolares y en Navidad les dan un día de alegría.
Antes de entrar al mercado colombiano, hace 5 o 6 años, una planta costaba 180.000 pesos. Pero ellos querían que cualquier persona pudiera tener una orquídea en casa. Rebajaron el precio y se mantienen en vanguardia, a pesar de la competencia de ahora. Siguen siendo la única empresa que despacha a todo el país y comercializan productos de terceros que se producen en Colombia como helechos, guineas, palmas, plantas de interior y lo necesario para decorar la casa. Están más enfocados en plantas de interior que en hacer jardines. Su sueño es que los colombianos incluyan en sus compras las flores y plantas.
Son muy juiciosos en su trabajo, por eso mantienen su registro como productora y como comercializadora y al cliente le entregan el permiso por el ICA para poder transportar una planta. El vivero, en el K. 7 vía Pereira – Cerritos Ent. 4 Cascadas, es uno de los lugares más bellos para recorrer en el Eje Cafetero.
Son una empresa que genera 50 empleos en el campo. Dicen tener gente feliz que ama su trabajo y siente ésta como su empresa. Tomás insiste en que “la vida es cortica, hay que decorar y hacerla amena”, sin olvidar de los infinitos beneficios que aportan las plantas en Colombia, según estudios de la Nasa, le reitera Aydee.Termales
Santa Rosa de Cabal
Los visitantes, que provienen de diferentes partes del país, encontrarán agua de calor natural de nacimientos a 800 metros del sitio. Las aguas son de tipo telúrico y la cantidad de azufre es muy baja, por lo que no afecta tanto la piel ni los ojos. Son perfectas para el tema de relajación y descanso.
La visita al Km 10 Vereda San Ramón, Santa Rosa de Cabal, Risaralda es una escapada perfecta para liberarse del estrés de la ciudad.Otún Quimbaya
El Santuario de Fauna y Flora Otún Quimbaya es perfecto para quienes buscan desconectarse de la ciudad y descansar en medio de la naturaleza. La reserva, en el Km 21, Via La Suiza, La Florida, Pereira, no tiene lujos ni conexión wifi. La señal de telefonía no es buena pero garantiza una gran travesía por cascadas y en medio de la naturaleza. Es el lugar soñado para disfrutar de un clima agradable en compañía de las especies naturales de la zona.
Paseos a caballo
Y para finalizar el recorrido cafetero, una oportunidad pare aprender sobre equinos. El criadero ‘El encanto’, finca enfocada en la crianza, mantenimiento y entrenamiento de caballos criollos.
Una de sus innovaciones para mejorar el desarrollo muscular de los animales es la piscina-torno que adecuaron. Tiene dos metros y medio de profundidad y la presión del agua sobre la pared abdominal es muy grande, lo que hace que la respiración sea forzada. Hay equinos que dan hasta 3 vueltas en la piscina.
Por KAREN VANEGAS – fotos KAREN VANEGAS
*Con invitación de Cotelco.