La belleza que encierra un recorrido por Santander

Aquí lo mejor de Bucaramanga, la Mesa de los Santos, el cerro del Santísimo y Girón.

Bucaramanga reposa sobre la cordillera Oriental colombiana. Tiene, en promedio, 26 grados de temperatura, y hay quienes la llaman la ciudad de los parques. Su comida típica son yuca con carne oreada (ventilada durante días al sol), la pepitoria (arroz con sangre y carne de cabra), el mute (sopa de menudencias) y el cabro asado.

Es también la tierra en donde nació mi madre y la ciudad de mi niñez. A veces regreso con nostalgia. Pero ahora, desde una ventana de hotel, la veo con ojos de turista y la encuentro distinta: más grande, con más centros comerciales, más cines, más entretenimiento. Es una ciudad con más cemento, con avenidas grandes y proyectos aún mayores. El área metropolitana, sin embargo, conserva el espíritu: Girón, por ejemplo, mantiene una vida tranquila y amable, con tradiciones gastronómicas, creencias religiosas y, sobre todo, la amabilidad de sus pobladores.

Girón, un pueblo cargado de tradición

En la plaza central de Girón hay raspados. También mucha, muchísima gente. Es un día caluroso, pero las altas ceibas adornadas con musgos, que penden de estos árboles como barbas de ancianos, refrescan con su sombra. Girón forma parte de la red de pueblos patrimonio de Colombia y está a 9 kilómetros de Bucaramanga. Todas las casas del centro están pintadas de blanco, y muchas tienen balcón de madera. El cuadro es de arquitectura colonial. Los creyentes visitan la basílica menor San Juan Bautista para venerar la imagen del Señor de los Milagros. Mi familia, por ejemplo. Elevan sus oraciones al Cristo y dicen que algunas peticiones han sido cumplidas. Y las que no, “por algo será”. Los más religiosos encuentran en este pueblo varios lugares para recorrer. Además de la basílica, hay tres acogedores recintos: la capilla de Nuestra Señora de las Nieves, la capilla de San Roque y la capilla del Señor de los Milagros, ubicada en la vereda del Corregidor, a 4 kilómetros de Girón. La arquitectura en piedra, las paredes y la sencilla manera de levantar un sitio de oración demuestran la calidez de un pueblo, profundamente cristiano, que eleva sus preces diarias a Dios. No alcanzo a hacer todo lo que quisiera hacer: ‘rafting’, parapente y rapel. O visitar los cultivos de tabaco y piña. Quedan en la lista de la próxima vez.

Parque Cerro del Santísimo, una vista excepcional

En lo que solía ser una hacienda cervecera existe hoy el parque Cerro del Santísimo, que ofrece una hermosa vista hacia el área metropolitana de Bucaramanga (Floridablanca, Piedecuesta y Girón). Un teleférico parte desde el cerro y la experiencia a bordo es incomparable: la vegetación santandereana extendida sobre la montaña. El sonido del río que atraviesa el cerro. Y la sensación de estar suspendida sobre la tierra. A la entrada del parque hay una caseta. Una mujer ofrece hormigas culonas. Pruebo un par y siento sus patas bajando por la garganta. Tienen una textura particular y saben a maíz pira o a habas fritas. Luego de subir unas escaleras, ahí está: la escultura de Cristo que observa la ciudad. El Santísimo fue diseñado por el escultor bumangués Juan José Cobos y su construcción se tardó tres años. La escultura, con estructura de metal, tiene 37 metros de altura y descansa sobre un espejo de agua. Alrededor de la estatua hay restaurantes y tiendas de suvenires. También, una tarima que se ofrece para eventos privados. Atardece y la ciudad se ilumina. A las 5:30, el sol se apaga y una noche estrellada ilumina el cerro. Esta es la tierra de la que guardo tantos recuerdos, que se ha presentado como un lugar renovado, pero que conserva aún sus tradiciones y se ofrece como un destino turístico para el mundo. Espero volver otra vez y encontrar nuevos planes y hacer nuevas memorias.

Bucaramanga, la Ciudad Bonita

La siesta después del almuerzo es decreto no sancionado en Bucaramanga. Es un reto encontrar en barrios residenciales tiendas abiertas en el horario de 12 del día a 2 de la tarde. En cambio, es fácil contagiarse y caer en un sueño corto. Luego de la siesta, la ciudad se activa. En los barrios residenciales de Real de Minas y Provenza –en donde hay casas grandes y de apariencia tradicional, así como conjuntos cerrados y edificios altos con más de 100 apartamentos– se ven algunos niños con uniforme de colegio. Imagino que se reúnen después de clases para jugar. En el centro de Bucaramanga están la gobernación y la alcaldía. Sus fachadas miran hacia un parque que lleva los apellidos de Custodio García Rovira, uno de los próceres de la independencia.  Son alegres los recorridos cortos y el tráfico amable: aunque se oyen quejas, no se compara con el de Bogotá. El parque San Pío está a 10 minutos del centro, en el barrio de Cabecera. A lo largo del pasto se extienden las ceibas, y junto a ellas hay bancas de cemento con mujeres, hombres y niños sentados. Los más chicos juegan, se deslizan por toboganes o se balancean en columpios; una pareja compra avena fría a un hombre que la promociona en el parque; pasan algunos chicos en bicicleta. En una de las esquinas hay un puesto de libros que no supera los 2 metros cuadrados. Un hombre joven despacha a los niños que se asoman con curiosidad, les recomienda uno u otro título y les explica que solo necesitan venir con sus padres para recibir el libro que quieran. Estas bibliotecas móviles son una iniciativa de la alcaldía para incentivar la lectura mediante el préstamo gratuito de libros. El bibliotecario recomienda a quienes pasan por allí títulos de novela histórica o algún clásico como ‘Lolita’. A 15 minutos del parque está el Museo de Arte Contemporáneo. Hay una exposición de mujeres en el arte. El pasillo está adornado con poemas, y las dos salas de exhibición muestran trabajos de chicas jóvenes. Hablan de la violencia, el machismo y la liberación del género. En el patio del museo reposan sus piezas más representativas. La entrada cuesta 5.000 pesos. A Bucaramanga le dicen la Ciudad Bonita o la Ciudad de los Parques (tiene más de 200). También es popularmente conocida por los zapatos que se venden en el barrio San Francisco: de cuero, económicos y ‘con diseños únicos’, según reza un anuncio. La capital santandereana tiene un ritmo tranquilo, que conserva aún las tradiciones de años atrás.

La Mesa de los Santos

La temperatura cambia. En la Mesa de los Santos, una meseta ubicada a 30 minutos del área metropolitana de Bucaramanga, el ambiente se enfría algunos grados. La carretera que comunica la ciudad con el municipio de Los Santos tiene a lado y lado tiendas de comida y estaderos. Entre los atractivos de esta zona se destaca el mercado campesino de Acuarela. Es mediodía. Hay brasas ardiendo y huele a carne oreada, a arepa de chócolo. Los locales del mercado están abiertos este día de domingo. Además de los restaurantes que ofrecen comida típica, helados, sabajón casero, hay también tiendas de ungüentos, de cerveza artesanal, viveros con raras especies de orquídeas y puestos de frutas y verduras. El parqueadero es gratuito y los domingos está lleno. El mercado es un destino ideal para familias que quieren pasar un domingo tranquilo sin gastar una suma exagerada de dinero. Un almuerzo con cabro asado cuesta entre 12.000 y 15.000 pesos por persona y viene con entrada y acompañamientos.

NATALIA NOGUERA ÁLVAREZ EL TIEMPO

 Foto: Jaime Moreno / EL TIEMPO La basílica menor de San Juan Bautista, uno de los puntos centrales de Girón, está en la plaza central del pueblo