La fritanga, el tesoro gastronómico de Girón

Este plato grande y grasoso no tiene una receta exacta, sus ingredientes son variados aunque sus infaltables productos son el lomo de cerdo, la papa criolla, el chorizo, la morcilla y el chicharrón.

¿Quién no sucumbe ante un chicharrón, una papa criolla, un pedazo de longaniza y un plátano maduro con queso?

Este plato popular, al que no le puede faltar la carne de cerdo, el pollo o el chorizo, durante décadas ha saciado los antojos de los miles de turistas que cada año llegan a Girón.

Todos los que pasan por la Villa de los Caballeros, además de adorar al Señor de los Milagros y de retratarse en las calles empedradas y adornadas con casas que aún guardan su estilo colonial, casi que están obligados a probar esta singular ‘mezcla de fritos’.

Estas personas, sin duda alguna, buscan la fritanga. Sí, ese plato típico de la gastronomía colombiana que se ha vuelto todo un ícono, que no le importa usted de qué estrato sea, qué edad tenga, ni mucho menos cuál sea el régimen alimenticio que mantenga. Sencillamente usted si pasa por este pueblo, declarado Monumento Nacional de Colombia en 1959, no se podrá resistir a semejante manjar.

La fritanga es un plato popular compuesto por varios productos que, por supuesto, no caben en una dieta fitness. Tiene papa amarilla o papa criolla, maduro relleno, chicharrón, costillas de cerdo, chorizo, capón, rellena o morcilla y lomo de cerdo.

Se puede conseguir desde $15.000 en adelante. Ya el precio se modifica, dependiendo la cantidad que quiere que le sirvan. Por lo menos así funciona el negocio de La Tía Gloria y casi todos los que se encuentran sobre el sector del Malecón Turístico.

Eso sí, tenga en cuenta que al momento de comérselo hasta el protocolo de mesa queda eliminado por completo. Jamás verá un cuchillo y un tenedor, mucho menos una manta. El negocio le entrega todo picado y con un palillo bastante resistente para que coja bien el irresistible bocado.

Las porciones las puede acompañar con un poco de limón, como para cortar la grasa dicen algunos, o ají. Esas dos cosas se las pondrán sobre la mesa, con muchas servilletas, porque de seguro va a utilizar una buena cantidad.

De bebida le ofrecerán una bien fría, el inclemente clima lo amerita. La preferida es el refajo que se prepara con guarapo y cola, o el de cerveza y cola. Mejor dicho, todo es cuestión de gustos.

Entre semana este tipo de negocios no suele ser tan frecuentado, pero los domicilios salen por montón; contrario a lo que ocurre los fines de semana, sobre todo entre el mediodía y las 3:00 de la tarde, cuando llegan numerosos grupos familiares o de amigos a matar ese antojo que les vuelve “agua la boca”, de solo pensarlo.

El negocio de La Tía Gloria, solo por nombrar alguno, hace parte de los sitios abiertos al público en Girón para deleitarse con este tipo de comida. Es una amplia y reformada caseta, muy cerca al río de Río, que está rodeada de árboles que ayudan a apaciguar las elevadas temperaturas que se soportan en esta localidad.

Las mesas y los asientos son muy particulares. Están hechos de cemento, ladrillo y tabletas. Parecen más un comedor.

Mientras usted se acomoda ya está alguien esperando a tomarle el pedido. Son muy serviciales. Todo lo que usted se va a comer lo puede ver en exhibición. Son kilogramos de comida fresca y frita. Todos los días, desde tempranas horas, varias manos se ponen a trabajar en lo que es la preparación.

Gloria Mendoza, quien dice que apenas tiene un apellido, es la propietaria de La Tía Gloria, así se llama porque cuando no lo tenía todos la reconocían de esta manera y de alguna manera había que guardar ese reconocimiento.

Ella es una gironesa, de 72 de años de edad, empezó hace unos 47 años en el mundo de la fritanga, ese que nadie sabe exactamente en qué lugar de la geografía colombiana empezó. Sin embargo, ella recuerda que desde mucho antes había una mujer que en el parque principal de Girón que vendía los productos cárnicos.

“Ella se llamaba María Rueda, era mi tía. Ella empezó vendiendo morcillas por ahí y un día con unas bogotanas se vino para la parte del Malecón Turístico que anteriormente era conocida como Los Bambúes o La Playa. Cada quien instaló su caseta y en un mesón ponían los productos para venderlos. Yo empecé con mi tía y con ella aprendí a preparar hasta el capón y la longaniza”, recordó Doña Gloria.

Ese conocimiento se los replicó a sus cuatros hijos y ahora a sus nietos. Toda la familia está vinculada al negocio, desde la preparación hasta la administración y atención. De los fritos es que toda la familia de Doña Gloria ha salido adelante. Mejor dicho son unos expertos en la materia.

Esta mujer relató que casi todos los días, en casa, se levantan entre las 5:00 y 6:00 de la mañana, a espera de que llegue toda la materia prima para iniciar la preparación. Todo lo que le ofrecen a sus clientes está hecho en casa, de manera artesanal. Siempre hay productos frescos y con una alta dosis de amor y respeto por la sazón.

No podemos dejar pasar por alto que quienes llegan por primera vez a este lugar no se imaginan la cantidad de fritos que se comerán, mucho menos que se van a saciar de una manera desbordante, tampoco tendrán orden para empezar a comérsela porque hay gente que hasta organiza el plato.

Los más grasosos son el chicharrón y el chorizo, algunos desechan al primero, quizá por remordimiento; otros tanto, le hacen tregua al “pecado” con gotas de limón o limpiando el exceso de grasa con una servilleta.

De pronto usted de solo imaginarse tanto ‘colesterol’ dice que no se lo comería, de hecho el olor a frito podría no ser su favorito, pero la verdad es que la fritanga es un plato tan exquisito que hasta en la carta de los restaurantes más exclusivos del área metropolitana de Bucaramanga usted la va a encontrar y allá es enserio que se cobra como un ‘tesoro’.

La fritanga hay que comerla por lo menos una vez en la vida como todo colombiano que se respete, termina siendo de esos placeres que generan cierta culpa. No es recomendable que se consuma con frecuencia, de verdad que le afectará la salud; es uno de los platos con más valor calórico, según un estudio realizado por la Universidad Javeriana.

Publicado por Ingrid Paola Albis Pérez / Vanguardia.com