La Ruta del Misterio en Santander: Los vestigios de la Batalla de Palonegro

Vanguardia arranca un recorrido por varios lugares de Santander llenos de riqueza natural, historia, magia y misterio. Lebrija, la ‘Capital piñera’, además de la belleza de sus paisajes, guarda una historia de suspenso que hace más de 100 años dejó en estas tierras cerca de 2 mil muertos. Este suceso permanece vivo aún en la tierra y en el aire.

Entre el 11 y 25 de mayo de 1900, se llevó a cabo la Batalla de Palonegro, una ofensiva librada entre el ejército liberal y el conservador en Lebrija y Bucaramanga. Se considera el enfrentamiento más importante de esta guerra y de él se conservan varios lugares con la capacidad de contar su historia, la Loma de Los Muertos y el Hospital de la Batalla de Palonegro.

La cruz en la Loma de Los Muertos

Iniciamos nuestra travesía con destino a conocer y sentir esta historia que es inherente a nuestras raíces santandereanas. El camino es largo y un tanto secreto, pues todavía hay quienes no conocen este lugar, a pesar de estar ahí, aguardando visitantes.

En el camino son muchos los que pasan cerca, pero pocos son los que lo voltean a ver, como si la connotación histórica que posee no fuera suficiente. Para hacerlo, hay que ir más allá e iniciar la búsqueda con dirección a conocer, entender y percibir con todos nuestros sentidos un acontecimiento tan grande e importante como doloroso.

Lo primero es emprender camino hacia Lebrija. Después de pasar el peaje entramos por la paralela que conduce al Aeropuerto Palonegro, llegamos al restaurante conocido como ‘La Cuchara de Palo’ y entramos por el primer desvío que nos lleva a una carretera destapada y cubierta de tierra y polvo.

El camino para llegar a lo que en la región conocen como La Cruz de Palonegro, que se encuentra en la Loma de los Muertos, es por lo menos de 10 minutos, con subidas, bajadas y preguntando a uno que otro habitante para no perderse.

Metros antes de llegar a la cima se puede divisar la imponente cruz negra, con aproximados 6 metros de altura. Lo que mucha gente no sabe es que ahí, en donde está ese símbolo religioso, hubo por más de 50 años un montículo de huesos y cráneos perteneciente a los soldados que perdieron la vida en la célebre batalla y que nunca recibieron ‘cristiana sepultura’. Es de ahí de donde viene su nombre.

Un hermoso cielo con grandes nubes grises que no dejaban que se asomara el sol, nos recibió. La atmósfera del lugar se sentía un poco más sombría y lúgubre.

Al llegar a la cima, la calma y la brisa compartían protagonismo con la cruz negra, que, en un costado de su base tiene pintados los rostros de los soldados que se disponían a combatir. Es imposible que no se erice la piel al imaginar lo que pudieron haber sentido estos valientes hombres antes de ir a combate. En la parte de en frente, se retrata el cerro de huesos que allí estuvo por casi medio siglo.

La loma de los Muertos no vive y nunca ha vivido en el imaginario de los santandereanos, al menos no en la mayoría. El abandono del lugar se ve reflejado en la basura que se encuentra y la maleza que se propaga.

Este sitio fue testigo de un gran enfrentamiento por poder que dejó miles de muertos. El suelo lo reafirma con los casquillos de las enormes balas, restos óseos y retazos de tela que todavía pueden encontrarse en la zona.

Caminando e inspeccionando el lugar, nos encontramos con Luis Fernando Ortega, quien comenta que hace 50 años su familia es propietaria del predio en donde hoy se encuentra la cruz, y que al llegar todavía era muy visible el rastro de la guerra.

“Encontrábamos balas, esqueletos, calaveras. Sé que por ahí a las 11:30 de la noche como hasta la 1:00 de la mañana se oyen lamentos, cosas. Aquí no viene cualquiera a quedarse hasta tarde de la noche porque no aguanta los rigores”, expresa.

Y es que las personas que viven cerca aseguran que hay algo de magia en este lugar. Hay relatos e historias que cuentan que a veces se puede sentir la presencia de aquellos hombres que perdieron su vida en batalla, otros afirman escuchar voces, sentir pasos y gritos; otros dicen ver lo que parecen ser pequeñas esferas blancas que alumbran en la oscuridad.

Para nosotros fue curioso encontrar un grupo de jóvenes universitarios con disposición para acampar y pasar la noche allí.

Al acercarnos, nos dijeron que nunca habían ido al lugar a pasar la noche y que no creían mucho en las historias tenebrosas que se contaban del sitio.

Después de preguntarles cómo conocían el lugar y por qué habían decidido visitarlo, uno de ellos, llamado Carlos Mario Navarro, alentado por sus amigos, decidió hablar en representación del grupo. “Este sitio se conoce más que todo en Lebrija por las rutas que toman el viacrucis de las veredas y por la tradición histórica que tiene. Decidimos estar acá porque es un lugar alejado del pueblo y de la gente”.

Y es que Lebrija, mediante las clases que se imparten en los colegios, ha hecho que sus estudiantes, que después se convertirán en ciudadanos, conozcan y valoren la importancia de este sitio. Sin embargo, la labor de rescatar este lugar del olvido en que se encuentra, no se ha visto reflejada.

Sin irnos muy lejos, son pocas las personas de Bucaramanga y su Área Metropolitana las que conocen esta zona y el valor histórico y cultural que posee. Los intentos por darlo a rescatarlo han sido en vano.

“No ha habido respuesta ni nada concreto del gobierno. Esto es un valor nacional, esto es patrimonio para que todo el mundo lo vea, acá no se le niega la entrada a nadie. El gobierno debe ponerse la mano en el corazón para valorar lo que vivieron nuestros antecesores”, fueron las palabras que expresó Luis Fernando Ortega al preguntarle sobre si el gobierno municipal o departamental estaba interesado en rescatar este lugar.

Después de observar y sentir la historia que de diferentes maneras expresa este sitio, nos marchamos hacia nuestro siguiente parada. Una huella no solo de La Batalla de Palonegro, sino del abandono y el olvido, prueba fiel de que no sabemos lo que tenemos.

A comparación de la ‘La loma’ este lugar es más tangible y evidente de lo que ocurrió en estas tierras hace más de 100 años. Es un tesoro que se encuentra roto porque no quisieron valorar la riqueza cultural que tenía.

El hospital’ que se ‘derrumba’ de olvido

Luego de descender de la Loma tomamos rumbo hacia la carretera principal que conduce al Aeropuerto de Palonegro y subimos hasta llegar a esta terminal aérea. Seguimos avanzando, pasamos la iglesia que se encuentra a un costado de la carretera y luego de andar unos cuantos metros llegamos a una cerca con dos pilares de cemento y un alambre.

Nuestro destino es la casa que sirvió como hospital improvisado para los múltiples heridos del ejército liberal que iba dejando la guerra.

Como la Loma de los Muertos, esta casona siempre ha pertenecido a un predio privado. Según relatos de algunos habitantes, este monumento histórico quiso rescatarse con la compra de la tierra en donde se encontraba, pero nunca se llegó a un acuerdo.

Lo que quedó de esa discrepancia, es una edificación que antes era una gran e imponente casona, hoy es una estructura que casi no tiene forma, que ha sucumbido ante las inclemencias de la naturaleza y el olvido del Estado.

Tan pronto se llega al lugar es imposible no sentir tristeza, rabia e impotencia. Su desaparición será muy pronto. Hay registros fotográficos de diferentes pobladores y personas interesadas por la historia que muestran que no hace más de 6 años, la casa estaba en una condición un poco más favorable que ahora. Sin embargo, por el estado en el que se encuentra, es posible que no se pueda hacer mucho.

A pesar de su abandono, la historia nunca se ha ido. Ahí está, dispuesta a ser descubierta para los que se atreven a entrar y recorrer las ruinas de este lugar.

Para ingresar, hay que hacerlo por lo que parece que fue una ventana, debido a que hay un montículo de tierra que sirve como peldaño para subir. La habitación a la que conduce es de aproximadamente 3 metros cuadrados, rodeada de maleza y sin baldosa, la tierra se encuentra en condiciones inestables.

Al pesar al otro salón, después de cruzar el marco de una puerta, se encuentra la parte que está en ‘mejores condiciones’. El techo todavía está, pero tiene múltiples huecos, las paredes están agrietadas y tienen lo que parecen ser rasguños y cruces dibujadas. Todo el suelo de la casa es tierra, piedra, maleza y polvo. Las baldosas ya no existen, esto se debe, según relatos de los habitantes del sector, a que se creía que allí estaban ocultan algunas guacas y tesoros, entonces eran muchas las personas que llegaban a saquear y abrir la tierra.

También están las historias y leyendas acerca de los diferentes rituales que varias sectas hacen en el lugar, probablemente, es por eso que hay todo tipo de utensilios y elementos que se salen de lo normal y no deberían estar ahí.

Jorge Arguello, habitante de la zona y encargado de cuidar la finca que se encuentra justo en frente del hospital, expresó que “la casona tenía nueve piezas grandes donde traían los heridos. También había un hoyo grande en donde echaban los restos de todos los que morían. Aquí también había un cementerio, por eso encontrábamos calaveras y huesos”.

Con respecto a las leyendas que dicen que asustan, fue enfático en decir que hay que tenerles miedo a los vivos y a uno mismo. No obstante, señaló que si el lugar se hubiera convertido en museo, mucha gente vendría a visitarlo.

“Es un sitio histórico, lo que fue la batalla, lo que fue el hospital, donde mataron tanta gente, pero dejaron caer la casa y no se puede hacer más”, opina.

Hay comentarios que expresan que el hospital lo van a demoler, que el predio lo van a vender y que van a hacer algo novedoso. Es increíble pensar que un sitio tan mágico que aguarda la historia de nuestros antepasados pueda desaparecer por la misma decisión humana.

En cuanto a la energía, esta es mucho más fuerte y pesada que en la Loma, la atmósfera en densa, se siente una presión en el pecho como si faltara la respiración.

Superstición o no, es usted quien decide si visita este lugar para sentir las memorias que resguarda. La recomendación, por supuesto, es hacerlo antes de que sea demasiado tarde, antes que el hombre, el abandono y la naturaleza dejen solo el polvo de lo que fue este monumento a la valentía y la grandeza.

Publicado por Milton Velosa Araque Vanguarardia.con fotos: Vanguardia.com